31.8.08

CONTRA LOS GUSTOS

¿Cuál es la frase democrática por excelencia?

¡Me gusta!

O bien su contrapartida:

¡No me gusta!

Así ante todo, cualquier cosa que se nos aparece... la clasificamos según esta taxonomía fundamental: desde un café hasta un programa político. Todo sea para que no nos vaya a pasar algo de veras.

¡Qué falsedad eso del gusto! Cuando niños, ¿no teníamos la costumbre de sacarle la cebolla y el pimiento a todas las comidas? Y asegurábamos, imitándo a los estúpidos adultos: ¡Es que no me gusta!

¿Qué no te va a gustar, huerco jijo de tu rechiflada madre, una cebollita, con lo buena que es, con lo crujiente, blanquita, sabrosa, membranuda? Malparido desconocedor del hambre... ¿que no sabes que todo lo que hay en el mundo hace cosas, y que esta cebolla que no te comes, bien podría hacer algo por ti?

Ah, bueno... entonces... ¡Me gusta, sí, me gusta!

Na, na, na... Que si te la comes, y ya sientes que te gusta... ¿Pues para qué te la comes, si nada nuevo, que no sea tu perverso gusto, podrá hacer, tautología podrida que nada hace, nada puede darte ya esa pobre cebollita? Cómetela como el que no sabe qué se come... y así sientelo.

Y al final cuéntame que te hizo la cebolla...

No sé... creo que nunca había probado algo así.

¡Ah, mi niño, eso es lo que hace, eso es lo que de veras es nuevo y novedoso, lo que deveras es acontecimiento! Y ¿cómo, lo que no se sabe, te va a gustar o no gustar?

Pero habrá cosas que se puedan saber...

Quizá... pero de esas hay que cuidarse... que cuando se saben, no se hacen...Y así quieren que todo sea saber, conocer, acumular... y que nada sea hacer, disfrutar, hablar... Por eso cuando veas algo bueno no pienses... ¡Ah, me gusta! Sino: ¡ah, esto hace algo...!

Sí, mi niño, hace algo en medio de este mundo que es puro simulacro, que ya está todo hecho... que ya está todo muertecito.

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