29.8.09

CONTRA LA PERIODICIDAD EN EL HABLA

Desordenes afásicos. ¿Nos hemos callado, los que estamos? ¿Hemos vuelto a la vida desde ese largo sueño de letargo?

No.

Simplemente no posteamos na. ¿Y qué pedo? ¿No podemos volver? Timidamente... sí, puede, pero igual o más rabiosos que nunca. Ah, mi mamá ya me lo decía, niño no lleves tú pistola y yo maté un hombre en Reno, sólo para verlo morir.

Y el tiempo se clausura en un silencio gramátical... y se reaunuda... cuando se puede. No cuando lo mandan las cínicas periodicidades del mundo... ¡El mundo y sus horarios! ¡El habla y sus silencios! Ah, si yo pudiera hablar... hablar... hablar hasta que el mismo mundo se me haga palabra en la punta de la lengua y...

¿Y si dijeramos aquí el mundo?

No. Deliro. No. Miento. No. Simplemente vuelvo a esa sana costumbre de dejar correr las manos vivas sobre el tablero y no saber. Y hablar y hablar y hablar, desconectado del tiempo. Y aunque el habla al salir ya sea tiempo, eso yo no lo noto... no lo noto porque no se puede hablar a conciencia, decía el otro. ¿Y nosotros?

Nosotros no somos nadie cuando de verdad hablamos. Somos viento, somos pájaro, loro, somos fuego en medio del corro y vino circulando libre en botellas sin dueño. ¡Ah, si yo pudiera hablar!

-Pero estamos solos... -me contestan.

¡Cómo estar hablando solo si yo mismo no soy uno...!